No estamos llamados a luchar con aquellas partes de la escritura que no comprendemos, simplemente debemos creerlas y afirmarlas. Puede ser que no nos gusten o quisiéramos que fueran diferentes, pero la Biblia no es nuestra palabra, es la de Dios. Por esto, muchas veces encontramos que hay personas que tienen conflictos al encontrarse con pasajes que nos hablan acerca de la Ira de Dios. (Deut. 9:8; Exod 15:7; Num 32:13; Isa 13:9; Mat 3:7; Rom 2:5) Ellos creen que hay una incompatibilidad entre el Amor de Dios y su ira. Pero no es así.
Pareciera poco importante meditar acerca de esta verdad, pero, cuando nos preguntamos de qué nos salva Jesús al morir en la cruz, la respuesta es: “De la Ira de Dios.” (Rom 5:9 Entonces mucho más, habiendo sido ahora justificados por su sangre, seremos salvos de la ira de Dios por medio de Él.) Somos por naturaleza sus enemigos y objetos de su ira, por el pecado que está en nosotros. Dios revela su ira como indignación ante el pecado. Él odia todo pecado, porque él es Santo; y porque lo odia, su furor se enciende contra el pecador (Sal. 7:11).
A.W Pink dice: La indiferencia al pecado es una falta moral, y el que no lo odia es un leproso moral. ¿Cómo podría Él, que es la suma de todas las excelencias, mirar con igual satisfacción la virtud y el vicio, la sabiduría y la locura? ¿Cómo podría Él, que se deleita sólo en lo que es puro y amable, dejar de despreciar lo que es impuro y vil?
Esta es la razón por la que el infierno es real, la razón por la cual Dios si castiga el pecado (Rom 1:18-32). Él no podría ser un Dios de amor si no hace justicia contra todo aquello que es opuesto a su naturaleza pura y perfecta. (Apocalipsis 6:16) Nos habla del día en que se manifestará la ira del Cordero de Dios. El evangelio son las buenas noticias de que Jesús, el Mesías prometido, vino al mundo a morir para salvarnos. Él tomó sobre si el castigo de la ira de Dios para que nosotros pudiéramos recibir la paz y la reconciliación con Él. El evangelio nos llama a poner nuestra fe en Cristo y ha abandonar nuestro pecado en arrepentimiento. Este es el único medio provisto por Dios mismo para salvarnos de la ira venidera. ¿Has creído ya?
Pareciera poco importante meditar acerca de esta verdad, pero cuando nos preguntamos de qué nos salva Jesús al morir en la cruz, la respuesta es: “De la Ira de Dios.”
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